Desde pequeños nos hablan del orgullo como algo malo, algo que nos traerá problemas, dolores de cabeza, que nos enfrentará a los demás y etc… etc… pero yo debo decir que si estoy aquí, escribiendo, viviendo y compartiendo, es gracias a que, un día, mi orgullo habló por mi y no dejó que me acabara de hundir en la miseria y me acabaran de anular como persona, pues alejó a quien debía alejar, de mi vida.
Según en qué casos, el orgullo se asemeja a la dignidad, si lo perdemos, nos perdemos a nosotros mismos. Yo no digo que seamos siempre orgullosos, pero sí depende con quién, no perderse, por ejemplo, con aquellos que se creen mejores o consideran su vida más importante que la nuestra, con este tipo de personas, si las tenemos que tener al lado, por fuerza, por trabajo, como vecinos, o por cualquier otra situación, pues hay que andarse con cuidado, observar, ponerse uno en su sitio siempre y jamás dejarse pisar.
Aquí no hay nadie mejor que nadie, señores; sí, claro que unos seremos más listos, otros sabremos más de letras, otros de ciencias, unos hablaremos muy bien, otros escucharemos mejor, pero aquí básicamente, todos hacemos lo mismo : todos nacemos, vivimos y morimos; unos mejor, otros peor, pero cada uno de la mejor manera que sabe o que puede.
Por todo ello, yo, contenta y orgullosa de mi orgullo (valga la redundancia), que me salvó de seguir encadenada a una vida de sometimiento y tristeza, de callar, agachar la cabeza, aguantar y tolerar lo intolerable y después, llorar en soledad…. el orgullo y/o la dignidad que todavía no me habían podido robar, me llevaron a mi LIBERTAD, no acatando injusticias, arriesgándome a cosas que jamás pensé que, simplemente, por ser yo misma, me comportarían cualquier, injusto, tipo de riesgo…
Y sí, lo volvería a hacer, aún habiendo temido por mi integridad física… y desde aquí, animo a tod@s aquell@s que se sientan humillad@s, intimidad@s, sometid@s, amenazad@s, agredid@s, a que dejen salir su orgullo y/o su dignidad a flote, intentando, sobre todo, proteger su vida, pero salir, lo más rápido posible, de esa indefensión paralizante y destructiva, para poder volver a vivir en plena libertad (y quién sabe, si encontrar una amistad y/o un amor verdaderos) porque todo el tiempo que sintamos que nos la han estado robando, será el precio a pagar después, por nuestro propio sentido de culpabilidad, por habernos permitido, a nosotr@s mism@s, permanecer en esa situación… y es un precio demasiado caro. Que nosotros sepamos, sólo tenemos una vida que vivir y no tenemos tiempo de dejárnosla robar por nada ni por nadie. Un abrazo, amig@s blogger@s!!
Gemma-Enoa