lunes, 19 de enero de 2015

Ya no había vuelta atrás



Justo en aquel preciso momento, fue plenamente consciente de que todos sus sentimientos habían despegado hacia el abismo, sin ni tan siquiera saber de la posible existencia de una red de protección, por si todo fallaba... Fue después de tirar aquella última carta al buzón, cuando pensó que quizás se habría convertido en un camicace, sin haberlo ni planeado, pero en uno cargado del peor explosivo que pueda existir: aquel que hace que reviente un corazón, rebosante de amor sin poder ser entregado a su destino y siendo devuelto al portador de ese cheque sin fondo... Pero ya no había vuelta atrás.

"Destino inexistente" esa podía ser la única forma de salvarse si, así, le devolviera el cartero, todas aquellas cartas que decidió mandarle, cartas que le había estado escribiendo cada noche, desde hacía más de un año, desde el primer día en que la vio y donde le confesaba su amor más puro y sincero, donde le había escrito sus mejores poesías, donde le decía que ya no podía callar más, donde le contaba todas las noches que había pasado en vela, imaginando tan sólo un beso suyo o quizás poder cogerla de la mano y pasear o simplemente estar cerca de ella y poderle hablar.

Solo se consolaba con la mera ilusión de una simple respuesta, donde le diera una oportunidad de conocerla, aunque sabía que aquello era demasiado esperar, pues la sentía tan lejos de su alcance, ni más ni menos que porque jamás se había sentido amado de verdad y no sólo creía que eso nunca le iba a pasar, sino que además era tan imposible con ella, pues era su mejor sueño, su amor imposible... Pero ya no había vuelta atrás..

Y una mañana, al dirigirse hacia el trabajo, soñoliento y sin ilusión, como cada día, abrió el buzón y encontró: --"Llámame, me han apasionado tus cartas, me gustaría conocerte"- en una nota con un número de teléfono... ¡¡era ella!! pues en su última carta, por fin, se había armado de valor y había decidido ponerle el remitente... De repente, le faltaba la respiración, las palmas de sus manos empezaron a sudar, notó cómo la sangre le subía a la cabeza y sentía que iban a estallar sus mejillas, su corazón palpitaba a tal velocidad que le dio vértigo, sus piernas, perdían fuerza a cada instante y ¡pensó que se desmayaba! no podía creer que aquello le estuviera afectando de esa manera, debía controlarse, ¡era un hombre!... respiró hondo, volvió a entrar en casa unos minutos, fue al baño, se empapó la cara con agua fría y se calmó. 

Luego, ya tranquilo en su despacho, encontró un momento y la llamó. Cuando colgó, se sorprendió a sí mismo sonriendo, no se acordaba ni cuándo había sido la última vez en que se sintió tan vivo, feliz, ilusionado... y pensó en cuánta razón tenía su abuelo, al repetirle tantas veces, de niño: -los sueños sólo se cumplen cuando se lucha por ellos-. Y ahora sí que ya no habría vuelta atrás...

Gemma-Enoa

P.p. Espero que os guste la canción de Hammerfall, para mi gusto, una de las mejores baladas que puedan existir.. Un abrazo a tod@s mis amig@s blogger@s!