Justo en aquel preciso momento, fue
plenamente consciente de que todos sus sentimientos habían despegado hacia el
abismo, sin ni tan siquiera saber de la posible existencia de una red de
protección, por si todo fallaba... Fue después de tirar aquella última carta al buzón,
cuando pensó que quizás se habría convertido en un camicace, sin haberlo ni planeado,
pero en uno cargado del peor explosivo que pueda existir:
aquel que hace que reviente un corazón, rebosante de amor sin poder ser entregado a su destino
y siendo devuelto al portador de ese cheque sin fondo... Pero ya no había vuelta atrás.
"Destino inexistente" esa podía ser la única forma de salvarse si, así,
le devolviera el cartero, todas aquellas cartas que decidió mandarle, cartas
que le había estado escribiendo cada noche, desde hacía más de un año, desde el primer día en que
la vio y donde le confesaba su amor más puro y sincero, donde le había escrito sus
mejores poesías, donde le decía que ya no podía callar más, donde le contaba
todas las noches que había pasado en vela, imaginando tan sólo un beso suyo o
quizás poder cogerla de la mano y pasear o simplemente estar cerca de ella y
poderle hablar.
Solo se consolaba con la mera ilusión de
una simple respuesta, donde le diera una oportunidad de conocerla, aunque sabía
que aquello era demasiado esperar, pues la sentía tan lejos de su alcance, ni
más ni menos que porque jamás se había sentido amado de verdad y no sólo creía
que eso nunca le iba a pasar, sino que además era tan imposible con ella, pues
era su mejor sueño, su amor imposible... Pero ya no había vuelta atrás..
Y una mañana, al dirigirse hacia el
trabajo, soñoliento y sin ilusión, como cada día, abrió el buzón y encontró: --"Llámame, me han apasionado tus cartas, me gustaría conocerte"- en una nota con un número de teléfono... ¡¡era
ella!! pues en su última carta, por fin, se había armado de valor y había decidido
ponerle el remitente... De repente, le faltaba la respiración, las palmas de
sus manos empezaron a sudar, notó cómo la sangre le subía a la cabeza y sentía
que iban a estallar sus mejillas, su corazón palpitaba a tal velocidad que le
dio vértigo, sus piernas, perdían fuerza a cada instante y ¡pensó que se
desmayaba! no podía creer que aquello le estuviera afectando de esa manera, debía
controlarse, ¡era un hombre!... respiró hondo, volvió a entrar en casa unos
minutos, fue al baño, se empapó la cara con agua fría y se calmó.
Luego, ya tranquilo en su despacho, encontró un momento y la llamó. Cuando colgó, se sorprendió a sí mismo sonriendo, no se acordaba ni cuándo había sido la última vez en que se sintió tan vivo, feliz, ilusionado... y pensó en cuánta razón tenía su abuelo, al repetirle tantas veces, de niño: -los sueños sólo se cumplen cuando se lucha por ellos-. Y ahora sí que ya no habría vuelta atrás...
Luego, ya tranquilo en su despacho, encontró un momento y la llamó. Cuando colgó, se sorprendió a sí mismo sonriendo, no se acordaba ni cuándo había sido la última vez en que se sintió tan vivo, feliz, ilusionado... y pensó en cuánta razón tenía su abuelo, al repetirle tantas veces, de niño: -los sueños sólo se cumplen cuando se lucha por ellos-. Y ahora sí que ya no habría vuelta atrás...
Gemma-Enoa
P.p. Espero que os guste la canción de Hammerfall, para mi gusto, una de las mejores baladas que puedan existir.. Un abrazo a tod@s mis amig@s blogger@s!